Pobreza buena - pobreza mala.

Nos hemos juntado para un encuentro caravanero, con ocasión de la Jornada mundial de los Pobres. Hemos dedicado un rato a pensar sobre el mensaje del Papa Francisco para ese día. Solo un par de ideas: hay una pobreza buena, que enriquece y que libera, y una pobreza mala, que mata, que descarta, que deja sin salida.

Una pobreza buena… ¿en serio? Pues sí. La pobreza de saber que lo que tengo y lo que soy no es para mí sino para los demás, de manera que nos pongamos en acción para llevar las cargas los unos de los otros, para que nadie quede abandonado o excluido. De esa pobreza surge una alegría difícil de describir, pero que arraiga en el corazón y nada nos la puede arrebatar; una pobreza que mereció una de las bienaventuranzas de Jesús, la primera de la lista (Mt 5,1-8).

La otra pobreza, la mala, es más fácil de identificar. Es la del “cada uno a lo suyo”, la del beneficio propio y la codicia, la que deja a montones de gente en la miseria, sin lo elemental para vivir dignamente. Pobreza de la que brotan la tristeza y la amargura que parecen inundar el mundo.

Al acabar este tema, Rosa nos planteó el caso de alguien, conocido por casi todos, que está muy enfermo, sin familia, y necesita un lugar donde vivir. “Que se venga a Caravana”, fue la respuesta unánime del grupo. Entre todos lo cuidaremos.

Ya estamos preparando su venida. Le esperamos para dentro de dos semanas.

Javier Álvarez-Ossorio

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