El deseo de Andrea

Andrea nació hace 5 años en Perú. Ayer, celebramos su cumpleaños en el piso caravanero en el que vive con su madre, Milly, desde hace tres meses. Primer cumpleaños en España. 

Nezha, marroquí, compañera de piso, preparó con esmero la decoración de la casa. Los demás fuimos con la tarta y con ganas de fiesta. 

En el momento de apagar las velas, Milly invitó a su hija a formular un deseo. La niña la miró con sus ojos grandes y transparentes, con una mezcla de sorpresa y emoción. ¿Qué es eso de formular un deseo? 

Con mi mirada resabiada de adulto, trataba de imaginarme, en vano, cuál podría ser el deseo de Andrea. Quizás que su madre encuentre trabajo y puedan tener lo suficiente para vivir; o que los médicos acierten en las operaciones que necesita, ella Andrea, para mejorar su salud; o que pueda volver a ver a sus hermanos que quedaron en Perú, a los que tanto echa de menos… 

No sé qué pasa por el alma de una niña pequeña, en apariencia tan frágil y desarmada, cuya mirada nos enternece y nos juzga a la vez. 

Dicen que sólo cuando se tienen hijos se comprende la urgencia de luchar por un mundo mejor. Me tienta la idea de pensar que somos una humanidad baldía, sin hijos que nos exijan un futuro más amable. También parecemos una humanidad huérfana, sin padre común que nos recuerde que somos hermanos. El rodillo de la ley del más fuerte, del más chuleta, del más prepotente, tritura vidas en Gaza, en Sudán, en Ucrania, en las selvas de Centroamérica, en nuestros pueblos y ciudades, en los mil lugares desolados de los caminos de masas errantes. Bravo por los pocos que se movilizan y reaccionan. Llanto sobre la mayoría silenciosa y conformista.

«Hay que hacerse como niños para ver el reino de los cielos», decía Jesús. ¡Qué lejos estoy! ¡Qué lejos estamos! ¿Qué nos hará abrir los ojos y ver?

Andrea ha cumplido 5 años. ¡Feliz cumpleaños! Que tu mirada nos enseñe a desear la esperanza, la justicia y la paz.