Protestas por las citas de asilo

No soy de aquí

La acogida de dos familias latinoamericanas en un piso de Caravana nos pone todavía más en contacto con la situación de las personas migrantes. Sus historias son todas distintas; pero, al llegar aquí, se enfrentan a dificultades muy parecidas. 

Todos los que vienen llegan huyendo de algo. Buscan una vida mejor, para ellos y, sobre todo, para sus hijos. Suelen aterrizar en España con pocos recursos, algunos ahorros, que se acaban en pocos días. 

El primer muro con que se estrellan es el del silencio. Necesitan ser escuchados. Quieren decir a las autoridades por qué han venido. Desean pedir asilo, protección, refugio, y que les den la oportunidad de trabajar. Pero nadie responde a sus llamadas. Los números de teléfono habilitados para pedir cita no dan señal. Pueden pasar meses, muchos meses, sin que nadie responda. 

Y cuando responden, y te dan cita, y tienen en cuenta tu solicitud de asilo, te ofrecen alojamiento y alimento mientras se tramita tu caso. Al final, muchos meses después, casi con toda seguridad, te devuelven a la calle. En 2023, se gestionaron más de 160 mil peticiones de asilo. Sólo el 12% recibió respuesta positiva. 

Entre tanto, te den cita o no, hay que vivir. Hay que generar ingresos de alguna forma, trabajar en economía sumergida, aceptar empleos precarios y mal pagados, sin cobertura social, sin vacaciones, sin nada. Hay que encontrar vivienda. En el circuito inmobiliario, nadie te va a alquilar una habitación; todavía menos un piso. No tienes papeles, ni ingresos regulares, no puedes mostrar nóminas ni antigüedad en un contrato. Si -para colmo- tienes menores a tu cargo, pues peor todavía. Sólo queda la opción de meterse en cualquier agujero disponible, en plan piso patera, o local comercial reconvertido, o cualquier otro modelo de hacinamiento urbano clandestino.

No se habla mucho de ellas, las personas migrantes. A veces salen en las noticias, para meter miedo, o para llorar muertes. Sólo unos pocos se organizan para gritar contra la ignominia y el maltrato. “Fui extranjero y no me recibisteis”, nos reprocharán algún día.

Tenemos mala memoria. La humanidad siempre ha sido migrante. Las sociedades se construyen sobre movimientos migratorios, de mezclas, de encuentros. Todos somos o descendemos de migrantes. Como nos recuerda la canción: “Yo no soy de aquí, pero tú tampoco. De ningún lado del todo, y de todos lados un poco”.

Javier Álvarez-Ossorio

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